domingo, 11 de diciembre de 2016

PALABRAS AL ABORDAJE

Álex Grijelmo en su columna de El País, de ayer, 11 de diciembre de 2016, escribe su columna LA PUNTA DE LA LENGUA. Se titula

Palabras al abordaje

El neologismo inglés hacker parecía haber asentado su traducción al español con los términos pirata o ciberpirata, pero resurge ahora como si no hubiera tenido nunca equivalentes en esta lengua. Sin embargo, pocos casos habrá en que tal anglicismo no pueda sustituirse por alguna de esas dos opciones.

Una búsqueda en las páginas en español de Google permite hallar en 1992 los primeros ejemplos periodísticos de hacker. En uno de esos textos pioneros se dice: “(...) el término técnico es hacker, algo intraducible al castellano”. El banco de datos de la Real Academia lo registra en 1994 citando a El Mundo, que sí lo traduce a continuación: “ladrones informáticos”. El académico Emilio Lorenzo lo incluye luego en su libro Anglicismos hispánicos (Gredos, 1996) y da como equivalente pirata informático. Y el diccionario Collins (manejo la edición de 1999) lo traslada al español como intruso, pirata o computomaníaco (tal vez sería mejor cibermaníaco).

En castellano lo hemos asociado con la idea de pirata, en efecto. Pero eso no sucedió en el inglés, que prefirió hacker pese a disponer del vocablo pirate; y reservó este término para los piratas con la pata de palo y para las ilegalidades en los derechos de autor: pirate broadcasting (difusión pirata), pirate radio (radio pirata), pirated edition (edición pirateada)...; mientras que especializó a hacker en el terreno informático.

Este término se formó a partir de la raíz hack, que significa hachazo, tajo o corte. Por ejemplo, la locución hack down se usa para decir “derribar a hachazos”. El irlandés John William Wilkinson (que reside en Barcelona desde hace 40 años) añade en su libro sobre anglicismos titulado De hipster a hacker (Pons Idiomas, 2015), que en la selva to hack one’s way trough es “abrirse paso a machetazos”.

Y por ahí puede haberse conformado el significado originario de hacker en el inglés moderno, pues evoca a la persona que se adentra en un territorio ajeno a base de apartar las dificultades que encuentra en el camino. Con un hacha o reventando sistemas de seguridad. En español habríamos pensado en un explorador para el sentido tradicional, pero la alternativa pirata refleja mejor lo ilícito de las acciones que desarrollan los hackers.

Este vocablo nuestro, pirata, se documenta en 1535 (Corominas y Pascual) y procede del latín pirata. Que a su vez viene del griego peiratés (bandido), que deriva por su parte de peirán (“atacar”, “asaltar”), verbo griego que también puede equivaler a “aventurarse” o “intentar”. Esos últimos significados entroncan con la raíz indoeuropea per-: “prueba”, “tentativa” (Diccionario etimológico indoeuropeo, de Roberts y Pastor. Alianza, 1996). Por tanto, la etimología y la evolución de nuestro pirata (desde “aventurarse” hasta “atacar”) encajan con las ideas y la historia que representa a su vez la raíz inglesa (“desbrozar el camino”, “abrirse paso violentando algo”).


Igual que en tantas ocasiones, el idioma inglés acudió a sus propios recursos para adaptarlos a una realidad nueva. El español también lo hizo; pero de nuevo triunfa con facilidad el anglicismo. ¿Será que unos piratas han venido para quitarnos nuestras palabras? Qué va. Las dejamos tiradas nosotros mismos como si fueran trastos inservibles.