CERVANTES

Hemos leído los capítulos XXVI, XXVII, XXVIII, XXIX y XXX (2 de noviembre)

o   Capítulo XXVI, donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena:
ü  Penitencia de don Quijote.
ü  Sancho, el cura y el barbero.

o   Capítulo XXVII, de cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia:
ü  Sancho, el cura y el barbero.
ü  Encuentro con Cardenio.
ü  Historia de Cardenio.

Cuarta parte del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (XXXIII-LII)

o   Capítulo XXVIII, que trata de la nueva y agradable aventura que al cura y barbero sucedió en la misma sierra:
ü  Encuentro con Dorotea.
ü  Historia de Dorotea.

o   Capítulo XXIX, que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo:
ü  Cardenio y Dorotea.
ü  La princesa Micomicona.

o   Capítulo XXX, que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia que se había puesto:
ü  Historia de Micomicona.
ü  Don Quijote y Sancho.

ACTIVIDADES:
A) ¿Qué recurso narrativo se utiliza para introducir la historia de Cardenio y Dorotea?
B) LA HISTORIA DE DOROTEA
Trabajo para el jueves 10 de noviembre (Un folio por las dos caras).

1. La descripción de Dorotea según los cánones de la época. Compara la técnica descriptiva con el cuadro  de Tintoretto Susana y los viejos. ¿Quién es Dorotea? ¿Qué relación tiene con la princesa Micomicona?

2. Busca el significado de "heterónimo" y "onomástica".


3. Observad este cuadro de Tintoretto: SUSANA Y LOS VIEJOS  y El nacimiento de Venus De Boticcelli:

i

Leed el capítulo XXVIII:

"la cual prosiguiendo su rastrillado, torcido y aspado hilo, cuenta que así como el cura comenzó a prevenirse para consolar a Cardenio, lo impidió una voz que llegó a sus oídos4, que, con tristes acentos, decía desta manera:
—¡Ay, Dios! ¡Si será posible que he ya hallado lugar que pueda servir de escondida sepultura a la carga pesada deste cuerpo, que tan contra mi voluntad sostengo! Sí será, si la soledad que prometen estas sierras no me miente. ¡Ay, desdichada, y cuán más agradable compañía harán estos riscos y malezas a mi intención, pues me darán lugar para que con quejas comunique mi desgracia al cielo, que no la de ningún hombre humano5, pues no hay ninguno en la tierra de quien se pueda esperar consejo en las dudas, alivio en las quejas, ni remedio en los males!
Todas estas razones oyeron y percibieron el cura y los que con él estaban, y por parecerles, como ello era, que allí junto las decían, se levantaron a buscar el dueño, y no hubieron andado veinte pasos, cuando detrás de un peñasco vieron sentado al pie de un fresno a unI mozo vestido como labrador, al cualII, por tener inclinado el rostro, a causa de que se lavaba los pies en el arroyo que por allí corría, no se le pudieron ver por entonces, y ellos llegaron con tanto silencio, que dél no fueron sentidos, ni él estaba a otra cosa atento que a lavarse los pies, que eran tales, que no parecían sino dos pedazos de blanco cristal que entre las otras piedras del arroyo se habían nacido. Suspendióles la blancura y belleza de los pies, pareciéndoles que no estaban hechos a pisar terrones, ni a andar tras el arado y los bueyes, como mostraba el hábito de su dueño; y así, viendo que no habían sido sentidos, el cura, que iba delante, hizo señas a los otros dos que se agazapasen o escondiesen detrás de unos pedazos de peña que allí había, y así lo hicieron todos, mirando con atención lo que el mozo hacía, el cual traía puesto un capotillo pardo de dos haldas7, muy ceñido al cuerpo con una toalla blanca. Traía ansimesmo unos calzones y polainas de paño pardo, y en la cabeza una montera parda. Tenía las polainas levantadas hasta la mitad de la pierna, que sin duda alguna de blanco alabastro parecía. Acabóse de lavar los hermosos pies, y luego, con un paño de tocar, que sacó debajo de la montera, se los limpió; y al querer quitársele, alzó el rostro, y tuvieron lugar los que mirándole estaban de ver una hermosura incomparable, tal, que Cardenio dijo al cura, con voz baja:
—Esta, ya que no es Luscinda, no es persona humana, sino divina.
El mozo se quitó la montera, y, sacudiendo la cabeza a una y a otra parte, se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos que pudieran los del sol tenerles envidia. Con esto conocieron que el que parecía labrador era mujer, y delicada, y aun la más hermosa que hasta entonces los ojos de los dos habían visto, y aun los de Cardenio si no hubieran mirado y conocido a Luscinda: que después afirmó que sola la belleza de Luscinda podía contender con aquella. Los luengos y rubios cabellos no solo le cubrieron las espaldas, mas toda en torno la escondieron debajo de ellos, que si no eran los pies, ninguna otra cosa de su cuerpo se parecía: tales y tantos eran. En esto les sirvió de peine unas manos, que si los pies en el agua habían parecido pedazos de cristal, las manos en los cabellos semejaban pedazos de apretada nieve; todo lo cual en más admiración y en más deseo de saber quién era ponía a los tres que la miraban.
Por esto determinaron de mostrarse; y al movimiento que hicieron de ponerse en pie, la hermosa moza alzó la cabeza y, apartándose los cabellos de delante de los ojos con entrambas manos, miró los que el ruido hacían, y apenas los hubo visto, cuando se levantó en pie y, sin aguardar a calzarse ni a recoger los cabellos, asió con mucha presteza un bulto, como de ropa, que junto a sí tenía, y quiso ponerse en huida, llena de turbación y sobresalto; mas no hubo dado seis pasos, cuando, no pudiendo sufrir los delicados pies la aspereza de las piedras, dio consigo en el suelo. Lo cual visto por los tres, salieron a ella, y el cura fue el primero que le dijo:
—Deteneos, señora, quienquiera que seáis, que los que aquí veis solo tienen intención de serviros: no hay para qué os pongáis en tan impertinente huida, porque ni vuestros pies lo podrán sufrir, ni nosotros consentir.
A todo esto ella no respondía palabra, atónita y confusa. Llegaron, pues, a ella, y, asiéndola por la mano, el cura prosiguió diciendo:
—Lo que vuestro traje, señora, nos niega, vuestros cabellos nos descubren: señales claras que no deben de ser de poco momento las causas que han disfrazado vuestra belleza en hábito tan indigno, y traídola a tanta soledad como es esta, en la cual ha sido ventura el hallaros, si no para dar remedio a vuestros males, a lo menos para darles consejo, pues ningún mal puede fatigar tanto ni llegar tan al estremo de serlo (mientras no acaba la vida), que rehúya de no escuchar siquiera el consejo que con buena intención se le da al que lo padece. Así que, señora mía, o señor mío, o lo que vos quisierdes ser, perded el sobresalto que nuestra vista os ha causado y contadnos vuestra buena o mala suerte, que en nosotros juntos, o en cada uno, hallaréis quien os ayude a sentir vuestras desgracias."

 SONETO XXIII (Garcilaso)
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
   y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
   coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
   Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

Luis de Góngora

(1561-1627) Mientras por competir Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello; mientras a cada labio, por cogello. 5 siguen más ojos que al clavel temprano; y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello: goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada 10 oro, lilio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata o vïola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
ACTIVIDADES:
A) ¿Qué recurso narrativo se utiliza para introducir la historia de Cardenio y Dorotea? ¿Quién es Luscinda?

CAPÍTULO XXIII
Así como don Quijote entró por aquellas montañas, se le alegró el corazón, pareciéndole aquellos lugares acomodados para las aventuras que buscaba. Reducíansele a la memoria los maravillosos acaecimientos que en semejantes soledades y asperezas habían sucedido a caballeros andantes. Iba pensando en estas cosas, tan embebecido y trasportado en ellas, que de ninguna otra se acordaba. Ni Sancho llevaba otro cuidado, después que le pareció que caminaba por parte segura, sino de satisfacer su estómago con los relieves que del despojo clerical habían quedado, y, así, iba tras su amo, sentado a la mujeriega sobre su jumento, sacando de un costal y embaulando en su panza; y no se le diera por hallar otra aventura, entre tanto que iba de aquella manera, un ardite.
En esto, alzó los ojos y vio que su amo estaba parado, procurando con la punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo, por lo cual se dio priesa a llegar a ayudarle si fuese menester, y cuando llegó fue a tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida a él, medio podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas pesaba tanto, que fue necesario que Sancho se apease a tomarlos, y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía.
Hízolo con mucha presteza Sancho, y, aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había, que eran cuatro camisas de delgada holanda y otras cosas de lienzo no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro; y así como los vio dijo:
—¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea de provecho!
Y, buscando más, halló un librillo de memoria ricamente guarnecido. Este le pidió don Quijote, y mandóle que guardase el dinero y lo tomase para él. Besóle las manos Sancho por la merced y, desvalijando a la valija de su lencería, la puso en el costal de la despensa. Todo lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Paréceme, Sancho, y no es posible que sea otra cosa, que algún caminante descaminado debió de pasar por esta sierra, y, salteándole malandrines, le debieron de matar y le trujeron a enterrar en esta tan escondida parte.
—No puede ser eso —respondió Sancho—, porque si fueran ladrones no se dejaran aquí este dinero.
—Verdad dices —dijo don Quijote—, y, así, no adivino ni doy en lo que esto pueda ser; mas espérate, veremos si en este librillo de memoria hay alguna cosa escrita por donde podamos rastrear y venir en conocimiento de lo que deseamos.
CAPÍTULO XXV
DESCRIPTIO PUELLAE/ DULCINEA-ALDONZA LORENZO
—¡Ta, ta! —dijo Sancho—. ¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?
—Esa es —dijo don Quijote—, y es la que merece ser señora de todo el universo.
—Bien la conozco —dijo Sancho—, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o por andar que la tuviere por señora! ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre. Y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire. Ahora digo, señor Caballero de la Triste Figura, que no solamente puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella, sino que con justo título puede desesperarse y ahorcarse, que nadie habrá que lo sepa que no diga que hizo demasiado de bien, puesto que le lleve el diablo. Y querría ya verme en camino, solo por vella, que ha muchos días que no la veo y debe de estar ya trocada, porque gasta mucho la faz de las mujeres andar siempre al campo, al sol y al aire. Y confieso a vuestra merced una verdad, señor don Quijote: que hasta aquí he estado en una grande ignorancia, que pensaba bien y fielmente que la señora Dulcinea debía de ser alguna princesa de quien vuestra merced estaba enamorado, o alguna persona tal, que mereciese los ricos presentes que vuestra merced le ha enviado, así el del vizcaíno como el de los galeotes, y otros muchos que deben ser, según deben de ser muchas las vitorias que vuestra merced ha ganado y ganó en el tiempo que yo aún no era su escudero. Pero, bien considerado, ¿qué se le ha de dar a la señora Aldonza Lorenzo, digo, a la señora Dulcinea del Toboso, de que se le vayan a hincar de rodillas delante della los vencidos que vuestra merced le envía y ha de enviar? Porque podría ser que al tiempo que ellos llegasen estuviese ella rastrillando lino o trillando en las eras, y ellos se corriesen de verla, y ella se riese y enfadase del presente.
DESCRIPCIÓN QUE DON QUIJOTE HACE A VIVALDO DE DULCINEA 
(CAPÍTULO XIII, I)
Aquí dio un gran suspiro don Quixote; y dixo: yo no podré afirmar si la dulce mi enemiga gusta, o no, de que el mundo sepa que yo la sirvo; sólo sé dezir (respondiendo a lo que con tanto comedimiento se me pide) que su nombre es Dulcinea, su patria el Toboso, un lugar de la Mancha: su calidad por lo menos ha de ser de princesa, pues es Reyna y Señora mía. Su hermosura sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos, atributos de belleza que los poetas dan a sus damas. Que sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad, son tales, según yo pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración puede encarecerlas y no compararlas. El linaje, prosapia y alcurnia querríamos saber, replicó Vivaldo. A lo cual respondió don Quixote: no es de los antiguos Curcios, Gayos y Escipiones Romanos, ni de los modernos Colonas Vrsinos; ni de los Moncadas y Requesenes de Cataluña; ni menos de los Rebellas y Villanouas de Valencia; Palafoxes, Nucas, Rocabertis, Corellas, Lunas, Alágones, Urreas, Fozes y Curreas de Aragón; Cerdas, Manriques, Mendozas y Guzmanes de Castilla; Alencastros, Palias, y Meneses de Portugal: pero es de los del Toboso de la Mancha, linaje aunque moderno, tal que puede dar generoso principio a las más ilustres familias de los venideros siglos. Y no se me replique en esto, sino fuere con las condiciones que puso Cerbirio al pie del trofeo de las armas de Orlando que dezía: «Nadie las mueva que estar no pueda con Roldán a prueba».

Leamos los capítulos XIX, XX, XXI, XXII, XXIII, XXIV, XXV (24-25 de octubre)



o   Capítulo XIX, de las discretas razones que Sancho pasaba con su amo y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros  acontecimientos famosos:
ü  Aventura de los encamisados.
ü  El Caballero de la Triste Figura.

o   Capítulo XX, de la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo como la que acabó el valeroso don Quijote de la mancha:
ü  Aventura de los batanes.
ü  Don Quijote y Sancho.

o   Capítulo XXI, que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero:
ü  El yelmo de Mambrino.
ü  Don Quijote y Sancho.

o   Capítulo XXII, de la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde quisieran ir:
ü  Aventura de los galeotes.

o   Capítulo XXIII, de lo que acaeció al famoso don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuenta:
ü  En Sierra Morena.
ü  Hallazgo de la maleta.
ü  Don Quijote, Sancho y el cabrero.
ü  El Roto de la Mala Figura.

o   Capítulo XXIV, donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena:
ü  Historia de Cardenio.

o   Capítulo XXV, que trata de las extrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente caballero de la Mancha, y de la imitación que hizo de la penitencia de Beltenebros:
ü  Penitencia de don Quijote.
ü  Dulcinea del Toboso.
ü  Penitencia de don Quijote.





Leamos los capítulos XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII


LAS NOVELAS INTERPOLADAS
El Quijote (su Primera parte) está construido con la técnica del ensartado de aventuras, propia de los libros de caballerías. Esta estructura lineal se ve complicada por la inclusión de varios relatos ajenos a la historia principal de los protagonistas. La novela contiene historias interpoladas.La primera novela interpolada la encontramos en el capítulo XII. ¿Con qué nombre se la conoce?¿Qué función tiene? ¿Cuántos capítulos abarca? ¿Quién la cuenta? ¿Qué tipo de narrador es? Resume esta novelita. Recuerda cómo es una caja china y relaciónala con la presencia de los distintos narradores.
Desde la publicación del Quijote en 1605, los lectores han cuestionado la pertinencia de tales paréntesis narrativos en el interior de la historia caballeresca. En el Quijote II (1615), los propios personajes se hacen eco de dicho problema. Por ejemplo, el personaje de Sansón Carrasco: “Una de las tachas que se ponen a la tal historia … es que su autor puso en ella una novela intitulada El curioso impertinente, no por mala ni por mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tener que ver con la historia de su merced del señor don Quijote” (II, 3).
  • Busca los capítulos que abarcan estas novelas intercaladas, ¿cuáles son? Por ejemplo, la de Grisóstomo y Marcela abarca los capítulos XII y XIV. ¿A qué género pertenecen? ¿Quién es el narrador en cada una de las historias? ¿Crees, como lector, que interrumpen la acción principal y que restan dinamismo a la acción? ¿O aportan variedad?




CAPÍTULO XII

De lo que contó un cabrero a los que estaban con
don Quijote
Estando en esto, llegó otro mozo de los que les traían del aldea el bastimento1, y dijo:
—¿Sabéis lo que pasa en el lugar, compañeros?
—¿Cómo lo podemos saber? —respondió uno dellos.
—Pues sabed —prosiguió el mozo— que murió esta mañana aquel famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo2, y se murmura que ha muerto de amores3 de aquella endiablada moza de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquella que se anda en hábito de pastora por esos andurriales4.
—Por Marcela, dirásI, 5 —dijo uno.
—Por esa digo —respondió el cabrero—; y es lo bueno que mandó en su testamento que le enterrasen en el campo6, como si fuera moro, y que sea al pie de la peña donde está la fuente del alcornoque, porque, según es fama y él dicen que lo dijo, aquel lugar es adonde él la vio la vez primera. Y también mandó otras cosas, tales, que los abades del pueblo7 dicen que no se han de cumplir ni es bien que se cumplan, porque parecen de gentiles8. A todo lo cual responde aquel gran su amigo Ambrosio, el estudiante, que también se vistió de pastor con él, que se ha de cumplir todo, sin faltar nada, como lo dejó mandado Grisóstomo, y sobre esto anda el pueblo alborotado; mas, a lo que se dice, en fin se hará lo que Ambrosio y todos los pastores sus amigos quieren, y mañana le vienen a enterrar con gran pompa adonde tengo dicho. Y tengo para mí que ha de ser cosa muy de ver9; a lo menos, yo no dejaré de ir a verla, si supiese no volver mañana al lugar10.
—Todos haremos lo mesmo —respondieron los cabreros—, y echaremos suertes a quién ha de quedar a guardar las cabras de todos.
—Bien dices, Pedro11 —dijo uno—, aunqueII no será menester usar de esa diligencia, que yo me quedaré por todos; y no lo atribuyas a virtud y a poca curiosidad mía, sino a que no me deja andar el garrancho que el otro día me pasó este pie12.
—Con todo eso, te lo agradecemos —respondió Pedro.
Y don Quijote rogó a Pedro le dijese qué muerto era aquel y qué pastora aquella; a lo cual Pedro respondió que lo que sabía era que el muerto era un hijodalgo rico, vecino de un lugar que estaba en aquellas sierras, el cual había sido estudiante muchos años en Salamanca, al cabo de los cuales había vuelto a su lugar con opinión de muy sabio y muy leído13.



Seguimos leyendo El Quijote. Capítulos VII, VIII, IX, X, XI, XII.

El autor y el narrador en El Quijote. Leamos para ello el capítulo IX detenidamente.


CAPÍTULO IX
Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron 

Dejamos en la primera parte desta historia1 al valeroso vizcaíno y al famoso don Quijote con las espadas altas y desnudas, en guisa de descargar dos furibundos fendientesI2, tales, que, si en lleno se acertaban, por lo menos se dividirían y fenderían de arriba abajo y abrirían como una granada; y que en aquel punto tan dudoso paró y quedó destroncada tan sabrosa historia3, sin que nos diese noticia su autor dónde se podría hallar lo que della faltaba.


Causóme esto mucha pesadumbre4, porque el gusto de haber leído tan poco se volvía en disgusto de pensar el mal camino5 que se ofrecía para hallar lo mucho que a mi parecer faltaba de tan sabroso cuento. Parecióme cosa imposible y fuera de toda buena costumbre6 que a tan buen caballero le hubiese faltado algún sabio7 que tomara a cargo el escrebir sus nunca vistas hazañas8, cosa que no faltó a ninguno de los caballeros andantes, (...)
Y, así, no podía inclinarme a creer que tan gallarda historia hubiese quedado manca y estropeada, y echaba la culpa a la malignidad del tiempo, devorador y consumidor de todas las cosas12, el cual, o la tenía oculta, o consumida.
(...)
Esta imaginación me traía confuso14 y deseoso de saber real y verdaderamente toda la vida y milagros de nuestro famoso español don Quijote de la Mancha, luz y espejo de la caballería manchega, y el primero que en nuestra edad y en estos tan calamitosos tiempos se puso al trabajo y ejercicio de las andantes armas15, y al de desfacerII agravios, socorrer viudas, amparar doncellas, de aquellas que andaban con sus azotes y palafrenes16 y con toda su virginidad a cuestas, de monte en monte y de valle en valle: que si no era que algún follón o algún villano de hacha y capellina17 o algún descomunal gigante las forzaba, doncella hubo en los pasados tiempos que, al cabo de ochenta años, que en todos ellos no durmió un día debajo de tejado, y se fueIII tan entera a la sepultura como la madre que la había parido18. Digo, pues, que por estos y otros muchos respetos es digno nuestro gallardo Quijote de continuas y memorables alabanzas, y aun a mí no se me deben negar, por el trabajo y diligencia que puse en buscar el fin desta agradable historia; aunque bien sé que si el cielo, el caso y la fortuna no me ayudanIV19, el mundo quedaraV falto y sin el pasatiempo y gusto que bien casi dos horas podrá tener el que con atención la leyere20. Pasó, pues, el hallarla en esta manera:
Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sederoVI21; y como yo soyVII aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía y vile con carácteresVIII22 que conocí ser arábigos. Y puesto que aunque los conocía no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese23, y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua le hallara24. En fin, la suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y, leyendo un poco en él, se comenzó a reír.
Preguntéle yo queIX de qué se reía, y respondióme que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen por anotación. Díjele que me la dijese, y élX, sin dejar la risa, dijo:
—Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: «Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha»25.
Cuando yo oí decir «Dulcinea del Toboso», quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de don Quijote. Con esta imaginación, le di priesa que leyese el principio, y haciéndolo ansí, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo26. Mucha discreción fue menester para disimular el contento que recebí cuando llegó a mis oídos el título del libro, y, salteándosele al sedero27, compré al muchacho todos los papeles y cartapacios por medio real; que si él tuviera discreción y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevar más de seis reales de la compra. ApartémeXI luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor28, y roguéle me volviese aquellos cartapacios29, todos los que trataban de don Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofreciéndole la paga que él quisiese. Contentóse con dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo30, y prometió de traducirlos bien y fielmenteXII31 y con mucha brevedad. Pero yo, por facilitar más el negocio y por no dejar de la mano tan buen hallazgo, le truje a mi casa32, donde en poco más de mes y medio la tradujo toda, del mesmo modo que aquí se refiere.
(...)

Estaba en el primero cartapacio pintada muy al natural la batalla de don Quijote con el vizcaíno, puestos en la mesma postura que la historia cuenta33, levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler aXIII tiro de ballesta34. Tenía a los pies escrito el vizcaíno un título que decía35, «Don Sancho de Azpeitia»XIV36 que, sin duda, debía de ser su nombre, y a los pies de Rocinante estaba otro que decía «Don Quijote»37. Estaba Rocinante maravillosamente pintado, tan largo y tendido38, tan atenuado y flaco, con tanto espinazo, tan hético confirmado39, que mostraba bien al descubierto con cuánta advertencia y propriedad se le había puesto el nombre de «Rocinante». Junto a él estaba Sancho Panza, que tenía del cabestro a su asno, a los pies del cual estaba otro rétulo40 que decía «Sancho Zancas»41, y debía de ser que tenía, a lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto y las zancas largas, y por esto se le debió de poner nombre de «Panza» y de «Zancas», que con estos dos sobrenombres le llama algunas veces la historia. Otras algunas menudencias había que advertir, pero todas son de poca importancia y que no hacen al caso a la verdadera relación de la historia, que ninguna es mala como sea verdadera.
Si a esta se le puede poner alguna objeción cerca de su verdad, no podrá ser otra sino haber sido su autor arábigo, siendo muy propio de los de aquella nación ser mentirosos42; aunque, por ser tan nuestros enemigos, antes se puede entender haber quedado falto en ella que demasiado. Y ansí me parece a mí, puesXV cuando pudiera y debiera estender la pluma en las alabanzas de tan buen caballero, parece que de industria las pasa en silencio43: cosa mal hecha y peor pensada, habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y nonada apasionados44, y que ni el interés ni el miedo, el rancor ni la afición45, no les haganXVI torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir46. En esta sé que se hallará todo lo que se acertare a desear en la más apacible; y si algo bueno en ella faltare, para mí tengo que fue por culpa del galgo de su autor47, antes que por falta del sujeto48. En fin, su segunda parte, siguiendo la tradución, comenzaba desta manera:

Puestas y levantadas en alto las cortadoras espadas de los dos valerosos y enojados combatientes49, no parecía sino que estaban amenazando al cielo, a la tierra y al abismo50: tal era el denuedo y continente que tenían.














aljamiado, da
1. adj. Que hablaba la aljamía.
2. adj. Escrito en aljamía.












aljamía 

Del ár. hisp. al‘aǧamíyya, y este del ár. clás. a‘ǧamiyyah.
1. f. Entre los antiguos musulmanes habitantes de España, lengua de los cristianospeninsulares.
2. f. Texto morisco en romancepero transcrito con caracteres árabes.
3. f. Texto judeoespañol transcrito con caracteres hebreos.

El Quijote es una novela moderna porque para contar la gesta del hidalgo manchego revolucionó las técnicas narrativas de su tiempo y sentó las bases de la novela moderna: jugó con la forma, distorsionó el tiempo, barajó y enredó los puntos de vista y experimentó con el lenguaje.
El aspecto más innovador, tal vez sea la manera como Cervantes encaró el problema del narrador: ¿quién va a contar la historia?. Su respuesta fue sutil y compleja como la que dio J. Joyce en el Ulises o dio Proust en En busca del tiempo perdido o García Márquez en Cien años de soledad o Cortázar en Rayuela.
Leamos con atención el final del capítulo VIII y el capítulo XIX de la I Parte.
Nos damos cuenta que la historia que los lectores leemos está contenida dentro de otra, anterior y más amplia, que solo podemos adivinar. La existencia de estos dos narradores introduce en l historia una ambigüedad e incertidumbre sobre aquella “otra historia”, que impregnan de un sutil relativismo y una subjetividad que contribuye a darle autonomía, soberanía y una personalidad original. Pero además a lo largo de la novela nos encontramos con otros narradores: los personajes que refieren su propia historia o ajena y que son otras tantas cajas chinas contenidas en ese vasto universo de ficción lleno de ficciones particulares.
Lo que era un tópico en las novelas de caballerías, el manuscrito encontrado, Cervantes hizo de Cide Hamete Benengeli un dispositivo que introducía la ambigüedad y el juego como rasgos centrales de la estructura narrativa.
Dos narradores:
1.- El misterioso Cide Hamete Benengeli, a quien nunca leemos directamente, pues su manuscrito original está en árabe.
2.- Un segundo narrador anónimo, que habla a veces en primera persona, pero frecuentemente lo hace desde la tercera persona de los narradores omniscientes, quien supuestamente escribe desde la traducción al español que hace un morisco aljamiado y, al mismo tiempo, adapta, edita y a veces comenta el manuscrito de aquel.
AUTOR

NARRADOR OMNISCIENTE 1ª o 3ª Y OTROS NARRADORES
TRADUCTOR MORISCO ALJAMIADO


CIDE HAMETE BENEGELI
CRONISTAS MANCHEGOS
















AUTOR Y VOCES NARRADORAS EN EL RELATO 
AUTOR:
MIGUEL DE CERVANTES

CIDE HAMETE BENENGELI
(Se basa en cronistas e investigadores manchegos) 
TRADUCTOR
(morisco aljamiado)

NARRADOR OMNISCIENTE
(Continuas alusiones al manuscrito y a los comentarios de Cide Hamete B.) 
OTROS NARRADORES (Académicos de Argamasilla)
PERSONAJES NARRADORES
(Relatos dentro del relato)
PERSPECTIVISMO Y AMBIGÜEDAD
LECTOR

MANUSCRITO: 1ª versión de los hechos en árabe.


LIBRO SEGUNDO: 2ª versión de los hechos

Completan el texto (Visión subjetiva)





Leer a Cervantes no es fácil, leer El Quijote tiene un precio, pero  el que lo lee adquiere un valor incalculable porque se apropia de un patrimonio cultural para toda su vida.
Empecemos leyendo los seis primeros capítulos de la Primera Parte, la novela que se editó y se publicó en Madrid en 1605. Ya veremos lo que nos depara su lectura.

500 ESCUDOS DE ORO (ACONTECECE QUE NO ES POCO) por Nieves Concostrina en el programa de La Ventana de Francino.
Hemos leído y comentado en clase el soneto con estrambote de Cervantes para entender mejor su manera de pensar con respecto a la época en la que vivió:

AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA
«¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla!
Porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
»Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.
»Apostaré que el ánima del muerto,
por gozar este sitio, hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente».
Esto oyó un valentón y dijo: «Es cierto
cuanto dice voacé, seor soldado,
y el que dijere lo contrario miente».

Y luego, in continente,                                      Estrambote
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

¿Qué descubrimos en la portada? Título, autor, mecenas, impresor, librero, ciudad donde se imprimió y año.
Es muy importante leer el prólogo dirigido a "un desocupado lector" y los poemas de carácter burlesco, en los que en algunos se utiliza el verso de cabo roto :

DEL DONOSO1, POETA ENTREVERADO, 
A SANCHO PANZA Y ROCINANTEI

Soy Sancho Panza, escude-
del manchego don Quijo-;
puse pies en polvoro-2,
por vivir a lo discre-3,
5que el tácito Villadie-
toda su razón de esta-
cifró en una retira-,
según siente Celesti-4,
libroII, en mi opinión, divi-,
10si encubriera más lo huma-5.


Y nos preguntamos por qué leemos estos seis capítulos. Las respuestas que demos nos servirán para entender mejor  esta novela universal.

CAPÍTULO PRIMERO
Que trata de la condición y ejercicio del famoso y valiente hidalgoI don Quijote de la Mancha1

CAPÍTULO II
Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote

CAPÍTULO III
Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero1

CAPÍTULO IIIII
De lo que le sucedió a nuestro caballeroII cuando 
salió de la venta

CAPÍTULO V
Donde se prosigue la narración de la desgracia 
de nuestro caballero

CAPÍTULO VI
Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo

Hagamos una lectura y relacionemos esta lectura con los motivos por los que un hombre de 50 años llamado probablemente Alonso Quijano (Quesada, Quejada...) se convierte en don Quijote de la Mancha:
Un Don Quijote para los sin techo
Un activista sin casa recorre España y se cuela en mítines para lograr que se incluyan las demandas de los indigentes en la campaña electoral, como sucedió en Francia

Lagarder Danciu no teme a los gigantes pese a que, de momento, le derrotan. No le importa, confía en su tenacidad. Se presenta como "gitano, rumano y gay" y ahora se dedica a recorrer España con el objetivo de colar en el debate electoral la situación de "invisibilidad" de los sin techo y sus reivindicaciones. Ese es su "trabajo". Ante un café que acabará frío tras dos horas de conversación, cuenta cómo se plantó en el aniversario del 15-M ante Juan Carlos Monedero para gritarle "basta ya de politizar" el movimiento. Y cómo estudia ahora irrumpir en los mítines de los partidos durante la campaña. Ya lo logró la semana pasada, cuando su rostro se coló en los informativos tras parar un acto de Mariano Rajoy con la consigna "El PP sois la mafia". El eco mediático crece, pero Danciu aún no ha conseguido su objetivo.
Tampoco triunfaron en un día Les enfants de Don Quichotte (Los hijos de Don Quijote), el colectivo francés en el que se inspira Danciu y del que se considera heredero. Hace una década lograron desbaratar la agenda de los grandes partidos cuando se preparaban para los comicios presidenciales de 2007. Entonces, centenares de personas acamparon en la calle para denunciar el olvido administrativo de las personas sin hogar. "Ese fue un claro ejemplo de cómo los más jodidos se levantan y dicen basta", dice en referencia a los que lograron forzar al Gobierno de París a asumir parte de sus reivindicaciones. Ahora le toca el turno a España, remacha el treintañero, que ayudó a destapar un sonado caso de corrupción en una ONG andaluza.
Danciu se ha plantado ante Monedero, Rajoy y una marcha neonazi
Una lucha que emprende Danciu, que cuenta con el respaldo de pequeñas asociaciones locales que costean sus viajes, con un megáfono y un móvil. Las redes sociales, a través de las que difunde sus acciones, se han convertido en su mejor aliado. Entrevista a los indigentes, escucha sus reclamaciones y sube sus testimonios a las redes sociales. Tiene más de 13.000 seguidores en Twitter y casi 3.500 en Facebook. Su historia de reivindicación arranca en Sevilla en septiembre de 2015. Fue entonces, tras verse abocado a vivir en la calle al quedarse sin recursos para pagar el alquiler, cuando decide emular a Los Hijos de Don Quijote. Pasó, junto a una treintena de sin techo, 127 días acampados en la capital hispalense. "Le pedíamos al Ayuntamiento, por ejemplo, una auditoría pública de las ayudas concedidas a las ONG que atiende a personas sin hogar y plaza fija en centros especializados para aquellos que sufren una convalecencia", explica meses después de desmontar las tiendas. En enero de este año: "Desistimos porque, tras cuatro meses, se hizo muy duro. Acabamos agotados".
Perdió: "¿Sabes lo duro que es ver cómo, después de 127 días, tus compañeros vuelven a dormir debajo de un puente?". Pero no se rindió. Decidió que aquella etapa en las calles sería solo la primera parada de la "ruta de la pobreza". Invitado por asociaciones, ha iniciado un recorrido por ciudades del país para continuar con la causa. Ya ha pisado, entre otras: Cádiz, Badajoz, Mérida, Madrid o Salamanca —donde dio una charla en la universidad, gracias a la llamada de un colectivo de estudiantes—.
"A San Fernando (Cádiz), por ejemplo, me invitó un instituto de formación profesional para que le contara mi experiencia a los alumnos", relata Danciu, trabajador social de profesión, que conoce las batallas perdidas, pero también las guerras ganadas. Como cuando en 2012 denunció ante la policía a la ONG para la que trabajaba porque sospechaba que desviaba las subvenciones públicas que recibía para programas educativos. A raíz de aquello, subraya, le echaron. "Gasté todo lo ahorrado en abogados para que se hiciera justicia. Y, al final, no podía pagar el alquiler". Pero, hace solo un mes, la Unión de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) acusó a sus exjefes de un supuesto fraude de 150.000 euros en solo un año. La base de esa investigación es la información aportada por el activista rumano.
Debemos ser críticos en las calles y trasladárselo a los dirigentes
Danciu cuenta que dejó su país con 25 años, tras criarse en un orfanato y licenciarse en Sociología y Trabajo Social por la Universidad de Bucarest. Desembarcó en Portugal: "Allí me explotaron en el campo". Hasta que llega a Aracena (Huelva), donde su profesora de castellano le ayudó a encontrar un trabajo en una casa rural como jardinero, mientras convalidaba sus títulos. Después se trasladó a Sevilla para empezar en la hostelería y, finalmente, comenzó a colaborar con ONG e instituciones sociales.

"Creo que se confunde el activismo social con la política. Debemos ser críticos en las calles y trasladárselo a los dirigentes que legislan, ¿no?", se pregunta Danciu, que se presentó, mientras seguía acampado en Sevilla, como candidato al Consejo Ciudadano Municipal de Podemos. Después abandonó la formación al sentir que trataban de "apropiarse" del movimiento de los sin techo. "A Podemos le exijo más porque es el partido del cambio, porque las expectativas son muy altas. Pero está claro que la culpa es del PP y PSOE que han gobernado", concluye antes de acabarse el café frío, y días antres de coger una pancarta y plantarse ante una marcha neonazi que recorrió el centro de Madrid: "No podemos tenerles miedo a esos sinvergüenzas. No podemos caer en su trampa"