domingo, 5 de febrero de 2017

Alex Grijelmo: su columna

LA PUNTA DE LA LENGUA
"España adelante!"
Los idiomas se prestigian sobre todo con su buen uso; a lo que suele convenir además la transmisión limpia de palabras transparentes

Álex Grijelmo, EL PAÍS, 5 de febrero
El PP también ha intentado recortar entre los signos ortográficos. Es lo que tiene llevar carrerilla.
El lema de su próximo congreso político se mostró así textualmente:
“España adelante! 18 congreso popular”.
Veamos los recortes aplicados ahí:
1.Ausencia de un signo de exclamación. La primera falta consiste en omitir la exclamación de apertura, signo que se considera obligatorio en español y que venimos empleando desde la ortografía académica de 1754. Los responsables del PP se escudaron en una decisión de los diseñadores. Y en efecto, un artista puede buscar la transgresión para hallar nuevos ámbitos expresivos. Sin la transgresión no habrían existido ni el jazz ni el cubismo. Ahora bien, tal vulneración de lo establecido debe abrir caminos interesantes o superar los anteriores; mostrar un rasgo de genialidad que haga perdonar la falta de respeto por la norma. Sin embargo, ciertos artistas se quedan en la transgresión ortográfica como todo mérito, sin que les acompañe ningún talento adicional. Así ocurre en la publicidad, donde a veces se pisotea el español sin más aportación que los propios zapatazos. Pero sería deseable que en ámbitos cultos y formales (como ese congreso del PP) se mantuviesen los útiles rasgos del castellano.
2.Ausencia de una coma. El sustantivo “España” en la oración “España adelante” se entiende como un vocativo, una apelación a actuar o atender a aquello que se dice a continuación. Y esos vocativos necesitan una coma: “Vamos, Rafa”, “Rafa, no te desanimes”. “¡Rafa, arriba!”. Por tanto, debió escribirse “¡España, adelante!”... y esperar a ver qué contesta España.
3.Ausencia del ordinal. A “18 congreso popular” le falta una letra voladita (º) que represente al ordinal “decimoctavo” (18º), pues de otro modo se lee “dieciocho congreso”, una expresión inelegante y poco adecuada para una entidad de la que cabía esperar cierto esmero en la expresión.
Luisa Fernanda Rudi mostró con toda ingenuidad esos tres fallos cuando salió al ruedo para presentar el lema del congreso. Las críticas no tardaron, empezando por los periodistas presentes, y el partido rectificó enseguida su cartel. Suprimió la exclamación de cierre, añadió la coma (“España, adelante”) y mantuvo lo de “18 congreso”. O sea, no abandonaba del todo la política de recortes: incorporaba un signo, pero a cambio de quitar otro y de mantener el despido improcedente de la voladita.
El presidente de la Generalitat de Cataluña remitió días atrás una carta a Rajoy en la que también se deslizaban tres faltas: “remetimos” en vez de “remitimos”, “a parte” en vez de “aparte” y “llegar a la conclusión que” en vez de “llegar a la conclusión de que”. Se hace difícil imaginar que esos fallos los hubiera cometido Puigdemont en catalán, lengua que la Administración autonómica siempre cuidó en todos los detalles de su expresión pública.

El PP bien podría tomar tal pulcritud como referencia para demostrar que los idiomas se prestigian con su buen uso; a lo que suele convenir además la transmisión limpia de palabras transparentes. Y en esa línea sería deseable también una precisa definición de lo que va a significar para todos ese “adelante” del Partido Popular. Porque en política unos llaman caminar “adelante” a lo que para otros sólo supondrá seguir yendo hacia atrás.